martes, agosto 12

Tres poemas infantiles inéditos de Alberto López Serrano

*
El pan de la luna

Ay, Luna, Luna,
pálida estás.
¿Y tu canasta 
llena de pan?

Dime, Señora,
¿quién te hizo mal?
Cuéntame todo,
albo comal.

"Tuvo mucha hambre,
al despertar,
el sol del alba,
y qué más da,

le di mi cesta
llena de pan,
y para otros
no tengo ya,

pero no olvido
nunca al hornear
al bello niño
de tu cantar.

Y aquí le guardo,
junto al hogar,
siempre caliente
su dulce pan.

llévale pronto,
no hago esperar,
si no a la escuela
tarde se irá.

y yo me marcho
hacia el volcán,
prenderé el horno
y ¡a trabajar!".

Come despacio,
¡mira no más!
Ay, si lo vieras,
Luna de pan.


*
Busca

Busca,
ya me escondí.
¡Ah, tras la puerta!
¡No estoy ahí!

Luego,
tras el tapiz.
¡Mala sorpresa,
no estoy ahí!

Ah,
bajo el candil.
¡No, no lo apagues,
no estoy ahí!

¡Bueno!
En el barril.
¡Aunque amo el agua,
no estoy ahí!

Ay,
Y adónde. Di.
No desesperes,
¡que estoy aquí!


*
Piojos

Cuando en nosotros piojos la cabeza
hospedaba, gustábamos las horas
en la que las manos exploradoras
nos arrancaban sumas de pereza.

En la escuela, carentes de destreza,
las maestras nos daban revisoras
cartas con las sentencias electoras.
Nuestras madres, con gran delicadeza,

amarraban pañuelos con veneno
en los despelucados, pegajosos
cabellos de nosotros. Tanto freno

se buscaba, que noche y día, ociosos,
sobre nos un pañuelo en muerte pleno,
sin bañarnos, portábamos celosos.



De Pon el sol, inédito
Alberto López Serrano, poeta salvadoreño

miércoles, julio 23

Tres poemas de Cuento abejas para despertar de Mario Noel Rodríguez

*
Cantemos

Canto para alejar el espanto.
Río para alejar el frío.
Salto para evitar el asfalto.
Nado para evitar el enfado.
Lucho para saber mucho.
Saludo porque no soy mudo.
Leo para no ser feo.
Dos veces canto, porque te quiero tanto.


*
El agua

Yo soy más grande que tú
-decía una gota a otra gota.

Pero yo mojo más que tú
-contestó la más pequeña.

Pero yo he bajado por la montaña
y tú eres sudor de la frente
-dijo burlándose la más grande.

Pero yo terminaré en la calidez de un pañuelo
y tú perdida en un río revuelto
-respondió la más pequeña.

Eso platicaban dos gotas ante el mar,
anciano sabio, amoroso, que sabe escuchar.


*
Un corazón quería volar

 El corazón de cuatro patitas quería volar. Las gaviotas le decían que sería triste no
poder volar. Se volverían locas si no pudieran lanzarse de cabeza contra ese azul
salado que es el mar. Volar encima de los pescadores que buscan peces y tesoros en
el fondo más profundo. Tener de cama las rocas y de lámpara la luna eterna. Nada
igual como extender las alas y navegar en el viento.
Todo eso escuchaba el corazoncito y mejor cerraba los ojos.



De Cuento abejas para despertar, 2013
Mario Noel Rodriguez, poeta salvadoreño


martes, julio 22

Tres poemas de Los otros mundos de Jorge Galán

*
El taller

En la punta nevada
de una colina que hemos olvidado
y que antes fue llamada
la colina encantada
hay un taller mecánico encantado.

Un mecánico rojo,
otro verde, un naranja, otro morado,
uno cara de piojo
que mira de reojo
un enorme camión destartalado.

Todos llegan temprano
el taller con el sol abre sus puertas
un cocinero enano
con el cabello cano
recibe los pedido y hace cuentas.

Lo que ahí se fabrica
es algo que quizá ya nadie entiende:
un cielo, una canica,
una estrella infinita
que con solo mirarla ya se enciende

o el amarillo hermoso
que en el otoño enciende cada hoja
o el rugido de un oso
tan fiero y horroroso
y una botella de agua que no moja.

También hacen pasteles
tan grandes que parecen un planeta
y rieles y más rieles
con luminosos trenes
que silban como suena una trompeta.

Y trompetas, trombones,
que imitan el sonido de los mares,
y mecánicos leones
que se saben canciones
donde se habla de sitios ancestrales.

Pelucas de sirenas
o lentes para ver a los fantasmas
o empanadas rellenas
de risa de las hienas
que uno puede comerse en las mañanas:

y sirven todo un día
quien se las come ríe como un loco.
También venden la guía
de la ciudad sombría
donde vive la reina y el rey moco:

Todo ahí es color verde
un feo color verde y pegajoso.
Ese taller convierte
lo que ni puede verse
en un regalo hermoso y asombroso.

El taller fabuloso
que queda en la colina ya olvidada.
Justo ahí donde el oso
enorme y poderoso
cuando se duerme sueña con un hada.

Esa región nevada
que a veces sospechamos en los sueños
y vemos sin ver nada.
La colina encantada...
esa que sin saber somos sus dueños.


*
El circo

Un trapecista vuela por los aires
y es asombroso: nada lo sostiene,
ni una cuerda, una red, es fabuloso:
todos lo ven volar, nadie lo cree...
Y sigue el circo, sigue su espectáculo:
pasan tres magos ciegos y convierten
una nutria en conejo y el conejo
en cien payasos con calzones verdes,
con los payasos llega un domador
con sus fieros leones inclementes.
Un oso gordo y blanco, dos jirafas,
también un leopardo de las nieves:
sobre enormes pelotas se pasean,
todos los ven pasear, nadie lo cree.
El circo es una carpa azul y enorme
adonde lo irreal, real se vuelve.
Cuando se abre el telón surge otro mundo
y lo que es imposible ahí sucede:
gigantes, osos blancos, niñas púrpuras,
un enano que canta mientras duerme
y una mujer que hechiza una libélula
y la convierte en joya de su frente.
El circo con sus miles de elefantes
se iba lunes, volvía cada viernes.
Su espectáculo siempre era distinto:
lo que cuento que vi, nadie lo cree.


*
El río

Por los bosques más ancianos
y por los valles más nuevos
el río corre que corre
mitad plata y mitad cielo.

Viene de un país del sur
y va hacia un país del norte...
El río canta que canta
de la mañana a la noche.

En su orilla, los lagartos,
toman el sol de la tarde.
Los hipopótamos flotan
junto a los juncos que nacen.

Para beber agua dulce
se reúnen los venados
y beben todos muy juntos
hasta quedarse saciados.

Por selvas y por estepas
se encoge el río y estira.
En la costa siempre es tibio
y en la montaña se enfría.

Por ciudades, bajo puentes,
el río vaga que vaga,
mientras le cuenta a quien quiera
qué mira por donde pasa:

bellos países reinados
por leones y elefantes,
y reyes que visten capas
y pulseras y turbantes,

también cuenta de pueblitos
que duermen de cerro en cerro
donde los niños desnudos
bañan en él a sus perros.

Y habla que habla que habla el río,
sigue y sigue, no se calla,
en la noche, a las estrellas,
les habla de la mañana,

y al arco iris le cuenta
de las noches estrelladas,
de la ciudad a la selva,
y a la ciudad, de las playas

y a las playas de la selva,
no queda sin contar nada.
Cuando llega al mar, al mar,
le cuenta de las montañas.

Así el río río río
ríe que ríe y que corre.
En él se bañan los niños
pero también los leones.

The magic kingdom, Michael Fishel

De Los otros mundos, 2010
Jorge Galán, poeta salvadoreño

domingo, julio 20

Tres poemas de La casa ballena de Jorgelina Cerritos

*
Osito de peluche

Tengo un osito viejo
que me quiere de verdad:
por más que yo me alejo,
vuelve a mi cama a jugar.

El osito me acompaña
desde que sé recordar,
tempranito en la mañana
me comienza a platicar.

Sabe todos mis secretos;
de tesoros, mi guardián;
lee libros, lee cuentos,
nos reímos sin parar.

Cuando yo ya sea grande,
mi osito también lo será:
nos pondremos trajes nuevos
para ir a trabajar.


*
Canción

Canta el ruiseñor,
cantan las nubes,
canta el agua.
Mi niño le canta a la luna
y el mundo entero le canta.


*
Mi papito

Quiero tanto a mi papito,
con todo mi corazón;
él es bueno, un poco loco,
lindo, listo y juguetón.

Él escucha mis historias
y me canta mi canción,
sabe todo, inventa todo
y no es nada regañón.

Mi papito viene siempre
cuando siete da el reloj,
y en la puerta yo lo espero
con un abrazo veloz.

Ilustración de Anette Heiberg

De La casa ballena, 2014
Jorgelina Cerritos, poeta salvadoreña.

domingo, julio 13

El reloj

A las doce de la luna
toc-toc-toc-toc,
doce veces da la luna
mi fiel reloj.

Con sus agujas sonora
toc-toc-toc-toc,
va cantando de las horas
la gris canción.

Cuando escucho su tic-tac,
gotas de amor,
me pregunto: ¿no será
su corazón?

El reloj no se detiene,
siempre andará.
Yo no sé de dónde viene,
ni a dónde va.

Segundo sobre segundo
tic-toc-tic-toc,
va corriendo por el mundo
sin descansar.

Cuando nace algún niñito
pronto mamá
le cuerda al relojito
de su bondad.

Porque tiene toda madre
tal corazón,
que de noche y de día late
como un reloj.

Ay, quisiera ser gotita
de eternidad
por mantener una cita
con mi mamá.

Yo tiempo. Ella reloj.
La vida va.
Haremos un solo yo
tic-toc-tic-toc.

Reloj de cuco, ilustración de Ana Junquera

De Rueda de caballitos, 1967
Gilberto Velado, poeta salvadoreño

martes, junio 24

Un pájaro

-¿Sabes tú qué es un pájaro?
Sonríes, pero callas,
como todas las niñas
que ya entienden distancias.
Pero yo insisto: -¿Sabes?
Y tú inclinas la cara
diciendo no. Yo, entonces,
te explico: -Una palabra
no es un pájaro; no es
tampoco un vaso de agua,
ni lápiz, ni ese dulce
que escondes en la manga.
Un pájaro es un poco
de luz tras la ventana,
luz que encerró en papel
de crespón algún hada,
y de estar tanto ahí, 
esa luz, en la rama,
fue día a día haciéndose
suavecita y rosada,
hasta volverse pétalo
para luego ser ala.
¡Un pájaro es la flor
que vuela en la mañana:
y es, cantando en la brisa,
un perfume que canta!
Y hoy dime, Pirulina:
-¿Sabes tú qué es un pájaro?
La cabecita rubia
se te inclina, afirmando.


De Versos para colorear un pequeño país, 1991
David Escobar Galindo, poeta salvadoreño

viernes, junio 6

Tres poemas de Mundo de chocolate de Maura Echeverría

*
Valiente

Que me traigan una guinda,
que me traigan un limón.
Me los como así, de fácil
y no aturro mi mentón.

Que me traigan mangos tiernos
con ocho chiles molidos.
Me los como así, de fácil
y no pego ni un pujido.

*
Secretos del bosque

Caminos que corren
y árboles que sueñan.
En el bosque hay duendes
que con miel se peinan.

Ojos musicales,
sonrisitas verdes.
En bosque me canta,
el bosque me pierde.

Salto un promontorio
respiro colores
y sorprendo liebres
asustando flores.

Rezan los amantes,
se tiende la higuera,
y un hilillo de agua
se estira y me enreda.

En el bosque hay duendes,
duendes que me quieren;
caminos que corren
y árboles que duermen.

*
A mamá

Mis dientes, de leche;
mis ojos, de cielo.
Si me das un beso,
te diré: te quiero.

Tu niña de trigo,
labios de melón,
te quiere, mamita,
te quiere un montón.


de Mundo de chocolate, 2013
Maura Echeverría, poeta salvadoreña.

miércoles, junio 4

La muerte, la tristeza y el miedo en la poesía infantil: ¿tabúes?

Las temáticas de los poemas infantiles casi siempre están vinculadas a la alegría y la diversión. Es natural, puesto que los niños le dan una importancia vital a las sensaciones causadas por el juego; y a los adultos les preocupa demasiado cuando en un rostro infantil se asoma una leve expresión de enojo o tristeza, incluso, muchas veces se intenta reprimir alguna manifestación contraria a la risa. 
Pero, ¿acaso la vida es sólo juego y sonrisa, y nunca nostalgia o temor? 
La vida es una amalgama de sensaciones y experiencias, a veces muy difíciles, que determinan el desarrollo individual y colectivo.
Por ejemplo, la comunidad en la que vivo ha sido víctima/victimaria de la violencia social que sufre El Salvador. En tan solo un mes, tuvimos que enfrentar la muerte de cinco vecinos. Alrededor de 30 niños y niñas supieron de esas muertes, percibieron el temor de los adultos, y resintieron la imposibilidad de salir a jugar pelota. 
Sería ingenuo pensar que ellos nunca se preguntaron por qué mataron a sus vecinos o que no comprenden que sus muertes fueron producto de una agresión y no del cumplimiento de un ciclo natural de la vida. Justamente, en este momento es cuando la poesía, desde mi perspectiva, puede jugar un rol importante. 
La poesía infantil es fantasía pero también realidad, una revelación sublime de la realidad que, a la vez, sensibiliza. En la medida que se procure mantener un vínculo directo con las emociones que producen los hechos cotidianos terribles y hermosos, se estará propiciando la formación integral de las personas; y la mejor forma de fortalecer ese nexo es la poesía y el arte en general.
La atención a situaciones de la vida como el luto después de una muerte, la ausencia producto de la migración, la ansiedad de dirigirse a casa entrada la noche o el dolor causado por una enfermedad, implica un nivel desarrollo concreto en el niño, por ende, existe la necesidad de comprender o asimilar el hecho a través de una experiencia estética. 
Sergio Andricaín y Orlando Rodríguez lo explican de mejor manera en su libro Escuela y Poesía: "A medida que el niño madura emocional y psicológicamente, a medida que desarrolla su capacidad intelectual, es recomendable propiciar su relación con expresiones líricas que amplíen la noción de poesía, con textos no asociados al juego o a la narración."
Para finalizar, considero que los niños necesitan encontrarse con las diferentes expresiones que la poesía puede brindar, no es sensato pretender que la muerte, la tristeza o el miedo no forman parte de la vida, y que por ello no merecen ser sentidas a través de un poema. 
Comparto un poema infantil muy nostálgico de Hugo Lindo:

3:00 a.m.

- Madre, ¿de qué son las olas?
- Son de jade movedizo...
- ¿Y los horizontes, madre?
Madre, yo quiero quebrarlos
para herirme con su filo.

- Madre, ¿de qué son las velas?
- Son de sueño...
- ¿Y los navíos?
- ¿Los navíos?... ¡de aventura
y de esperanza, y de hechizo!...
- ¿Verdad, madre, que me harás
una gorra de marino?

- Madre, ¿adónde van los viajes?
- ¿Los viajes?... van al olvido...
- Y los barcos que no viajan
¿Por qué se quedan?
- ¡Por niños!

- Madre, cuando sea grande,
¡Yo también me iré al olvido!  


de Sol de cariño, antología de poesía infantil salvadoreña, 2007
Hugo Lindo, poeta salvadoreño.     

sábado, mayo 24

Ronda del enredo

El pez en el aire, 
el ave en el mar...
Aquí hay algo raro,
no sé qué será.

El ave en el agua,
el pez a volar...
Esto no funciona.
Aquí algo anda mal.

Y creo que falta...
qué me faltará?
No hay otro camino:
volver a empezar.

El ave en el aire,
el pez en el mar-
Ahora sí lo dije
como es de verdad!

Y lo que faltaba
no puede faltar:
la tierra -la tierra,
que es otro lugar.

Ahora está todo
-todo y algo más:
Tú y yo por el aire,
la tierra y el mar!

Ronda de la paz y la eterna primavera
Maugdo Vásquez López

De Rueda la ronda, 1985
David Chericián, poeta cubano

martes, mayo 20

Poesía en la primera infancia - María Elena Walsh - Parte 3

¿Qué tradición tenemos en nuestro país? Casi carecemos de ella, como carecemos de una traducción de la palabra "Nursery". Quizás "guardería" será la más apropiada, aunque la guardería esta fuera del hogar y la "Nursery" estaba dentro de él. Si no tenemos una tradición sólida en materia de poesía para niños es de suponer que carecemos de una continuidad de tradiciones hogareñas. El nuestro fue un país de hombres solos y nómadas, donde -haciendo un poco de psicología silvestre- podemos suponer que las madres estaban limitadas por costumbres ásperas, por una vida ajena al arrullo, una vida en la que el silencio y la enormidad de las distancias enmudecían y adormilaban a la memoria más despierta. Es muy curioso comprobar como los inmigrantes trajeron a nuestro país el silencio: conocemos muy pocas personas que hayan sido acunadas por canciones italianas, francesas o españolas. Al llegar a América se interrumpen bruscamente las tradiciones europeas -quizás recordar duele demasiado y no nos quedan sino algunos fragmentos que se han ido salvando a través del tiempo, gracias a la misteriosa  persistencia de los niños, que parecen preferir siempre lo mismo. Querría subrayar estas impresiones con algunos recuerdos personales que las confirman. Yo herede de mi padre el amor por la tradición inglesa. Él a su vez conservaba el hábito de hacer juegos de palabras y recitar las resabidas rimas. Y es bastante inexplicable que de mi madre -hija de andaluza- no haya heredado más que silencio: jamás le oí repetir versos o canción alguna. Al parecer, hasta una abuela andaluza puede enmudecer en esta larga y desolada América, que invita a aflorar en silencio. Alfonsina Storni procura dilucidar este silencio de las mujeres en muchos de sus versos: "Dicen que silenciosas las mujeres han sido en mi casa materna..." Poesía no es solo  transmisión o memorización de versos. Es por sobre todo una actitud frente a la vida, una forma de sensibilidad. Naturalmente, los espectáculos visuales también pueden conformar o deformar en el niño un sentimiento poético de la vida. Yo alcancé a conocer una época en que el cine tenia valores poéticos no reñidos con el humorismo. Y tenía, por sobre todas las cosas, un valor que ahora consideramos mayormente; el de ser un cine "familiar", a compartir por toda la familia. Hemos descubierto con los años que ese cine "familiar" y aparentemente banal fue un cine eterno y de valores estéticos que poco se superaron. El cine de Laurel y Hardy, de Harold Lloyd, de Eddie Cantor y, sobre todo, de ese gran poeta que es el señor Charles Chaplin.
Si comparamos estos espectáculos con los que se ofrecen actualmente, nos damos cuenta de que hemos progresado poco, que es muy esporádico lo que la industria ofrece al niño, sobre todo al niño no desvinculado de su familia. La industria ejerce todo su poder para transformar al niño en consumidor ciego, pero poco le ofrece a cambio para enriquecerlo o despertar su imaginación y sus sentimientos. Creo que nos corresponde la obligación de saber discernir entre los dispares valores que se ofrecen al niño. Por ejemplo, discernir entre dos creadores que aparentemente se confunden, pero son antagónicos, como Walt Disney y Charles Chaplin. Todo lo que Chaplin realizó de poético, hermoso y humano en el cine, fue a lo largo del tiempo desvirtuado por la industria de Disney, que si en principio creo personajes llenos de ternura, se transformó mas tarde en una poderosa fábrica de violencia y cursilería. A partir de él, el espectáculo para niños adquirió un ritmo desenfrenado, un hábito de la velocidad mental que aniquila toda posibilidad de contemplación, un ritmo de violencia inusitado, la familiaridad con métodos de crueldad que querían ser disimulados como juego. Estos dos ejemplos en materia de espectáculo -ambos importados- pueden ser materia de meditación. Las imposiciones de un mercado poderoso sobre el alma de nuestros niños. Carecemos de espectáculos, no ya para niños, sino aptos para el desarrollo moral y mental de la familia. En Europa redescubrí otra forma de espectáculo, que hace años existió también en Buenos Aires: el teatro de variedades, donde se reúne la música, la comicidad y el circo para diversión de toda la familia y no como burdo ejercicio de la pornografía tal como existe actualmente entre nosotros. Querría terminar esta conversación -deshilvanada por cierto- comentando el significado del acto de escribir para los niños, significa en definitiva reconstruir, recoger piezas dispersas de un gran rompecabezas. Reconstruir o reinventar una tradición rota o fragmentada. Reconstruir datos dispersos de la propia infancia. Reconstruir la infancia de los niños actuales, amenazados en su inocencia por toda una sociedad insensible. Reconstruir de alguna manera la relación a menudo defectuosa entre padres e hijo: un verso, una canción pueden ser lazos de reunión. La poesía es en definitiva reconstrucción y reconciliación, es el elemento más importante que tenemos para hacer de nuestros niños ni robots ni muñecos conformistas, sino para ayudarlos a ser lo que deben ser: auténticos seres humanos.

lunes, mayo 19

Ronda de brujas

Siete brujas 
formaron la ronda,
siete brujas
con zapatos rosa,
siete brujas
en escobas verdes,
siete brujas
con batas celestes.

La bruja de la montana,
la bruja del cafetal,
la bruja de la llanura,
las dos brujas del volcán,
una que vive en la selva
y la que vino del mar.

Siete brujas
formaron la ronda
en la noche cuajada de luces,
siete brujas
en escobas verdes,
siete brujas
con batas celestes.


Gloria Cecilia Díaz, poeta colombiana.

sábado, mayo 10

Desde el corazón, un libro de prosa poética infantil salvadoreña

En la antología de poesía infantil hecha por Maura Echeverría, Sol de cariño, aparece un poema en verso de Juan Miguel Contreras, de su libro Desde el corazón, 1978. Sin embargo, este libro está compuesto, principalmente, por hermosas prosas poéticas que me parecieron idóneas para que formen parte del repertorio de poesía salvadoreña de las maestras de parvularia.
Es común que en el momento de planificar las clases, e incluso cuando se preparan celebraciones o eventos con los padres de familia, se recurra a la poesía y al cuento para hacer representaciones, las cuales, casi siempre, son de autores clásicos salvadoreños y universales, o alguna composición poco conocida encontrada en la web.
Las maestras de parvularia o educación básica pueden valerse de la herramienta pedagógica del Juego Dramático para darle vida a un poema infantil como el que comparto ahora; pueden grabarlo -sin alterar su contenido-, y ponerle sonidos de ambientación, por medio de sencillos programas de edición de audio como Audacity; pueden preparar escenografías y vestuario; y dejar que los chicos y chicas expresen con su cuerpo el poema, sin obligarlos a que sigan las indicaciones al pie de la letra, es decir, que vivan la poesía y se diviertan.

Juego


Como si la mano invisible de algún geniecillo travieso
las hubiera ido colocando, una a una,
multitud de mariposas está posada sobre las flores del jardín, una para cada flor.
No se mueven. No respiran. Son como cada flor.
De pronto y como si hubiesen sacudido todos los tallos a la vez, las mariposas
alzan a un tiempo el vuelo, llenando de colores el espacio, 
cual maravilloso desprendimiento de los pétalos de todas las flores hacia el cielo.
Una a una, van posándose, nuevamente, las mariposas sobre las flores,
para luego repetir su encendido y simultáneo vuelo.

De Desde el corazón, 1978
Juan Miguel Contreras, poeta salvadoreño

jueves, mayo 1

¡Sólo de mentira!

Vivía aislada
en una casucha
una viejtita
rara y delgaducha,
delgaducha y rara:
huesuda de cuerpo
huesuda de cara.

Tenía un bastón
pero no lo usaba,
por lo que, al andar,
más de un traspié daba.

Si hacía calor,
chal grueso llevaba;
más en tiempo frío
nunca se abrigaba.

Portaba paraguas
si el sol alumbraba;
pero si llovía,
toda se mojaba.

Y esa viejecita
se llamaba Alcira
y existió hace tiempo...
¡Sólo de mentira!

Ilustración de Robert Cruikshank   
De Luces y colores, 2004
Corina Bruni, poeta salvadoreña

domingo, abril 27

Poesía en la primera infancia - María Elena Walsh - Parte 2

La poesía para niños es aparentemente escasa, pobre y poca entre nosotros, pero la maestra jardinera está en condiciones de incrementarla realizando su pequeña antología personal, hecha de fragmentos, de  consultas a viejas recopilaciones, tratando siempre de preservar lo que pertenezca al repertorio folclórico. Creo que no debe esperar demasiado que le ofrezcan cosas hechas, los manuales y tratados donde está diagramado, teorizado y desarrollado el programa a seguir. Creo que es más importante lo que la maestra puede ofrecer de su propia cultura personal, de su búsqueda y elección. Nunca está demás recomendar la frecuentación de las recopilaciones realizadas por don Rafael Jijena Sánchez. Él acostumbra incluir en sus antologías fragmentos apropiados para niños de muy distinta edad. Solo la maestra puede seleccionarlos según su criterio y su experiencia. Hace pocos instantes hablamos del poeta como artesano, y de la artesanía necesaria para crear la más sencilla coplita infantil. Supongo que ustedes se habrán preguntado por qué existen tan pocos poetas para niños. Y supongo también que esa pregunta tiene muchas respuestas. Yo solamente aventuraría algunas suposiciones. El escritor, que busca una comunicación  con sus semejantes, en general, no considera que el niño sea su semejante sino su inferior. Entre los literatos se suele considerar de manera un tanto despreciativa la actividad de escribir "para niños". Entre otras cosas, los niños no fabrican prestigios literarios: no escriben crónicas en los diarios ni otorgan premios ni ofrecen becas. Fuera de estas razones tangenciales sin duda existen otras mucho más profundas. Si indagamos un poco en la vida de los más importantes escritores para niños, tenemos la impresión de que han pagado muy cara su vocación. En general, han ofrecido una poesía brotada de la soledad y el dolor. Se han replegado en la búsqueda de la inocencia para conjurar una realidad amarga o sombría. Bastante conocido es el ejemplo de Andersen, el gran solitario. Preferiría comentarles muy epidérmicamente las vidas de los que considero los dos más grandes poetas para niños que hayan existido: Lewis Carroll y su contemporáneo y compatriota Edward Lear. Muchas cosas tenían en común estos dos ingleses. Una sobre todas: la de ser terrible, absoluta y espantosamente solterones. El caso de Lewis Carroll es por demás interesante y curioso. Podemos decir que es el poeta quien realmente puso el mundo patas para arriba, el hombre que tuvo la imaginación más desenfrenada en el mundo de la literatura infantil. Todo este juego insensato se basaba, por contradicción, en el orden implacable de una mente dedicada a la matemática y la teología. En una mente ceñida a la mayor rigidez de la Inglaterra puritana. Y digo deliberadamente su mente, porque de sus sentimientos sabemos poco y nada. La poesía de Carroll es una sana explosión en un mundo de rígida y a veces cruel sensatez. Parecidas características tiene la poesía de Lear su contemporáneo y quizá maestro, a pesar de que jamás hicieron mutua referencia de conocerse o estimarse.
Ambos fueron sabios ladrones de la tradición, creo que es la máxima fuente de inspiración de todo el que escribe para niños. Carroll en especial utilizó, a menudo parafraseando con gran soma, las viejas "Nursery Rhymes" y recreando a sus personajes. Su plural atención a la realidad lo llevaba incluso a deleitarse jugando en ocasionales expresiones de su época. A veces, un extrañio apelativo, una oscura referencia en alguna de sus obras no es sino una marca de aceite o de brillantina victorianas. Estos dos ingleses son dos extraños ejemplares: quizás los únicos poetas excepcionalmente dotados que se dedicaron a escribir solo para niños. Lo habitual es que un escritor solo dedique sus ratos perdidos a este tipo de creación, o que no sean lo fundamental de su obra. Supongo que Carroll y Lear escribieron exclusivamente para niños porque obedecían a impulsos muy profundos. Y de esta profundidad surge su eterno valor. Entre los poetas contemporáneos es un deber citar a uno que  escribió un maravilloso libro en medio de la tragedia. Uno de los mas hermosos libros de poesía para niños que se hayan escrito nunca: Chantefables, de Robert Desnos, poeta surrealista. En el París ocupado por los nazis, en medio de sus angustiosos trabajos en la Resistencia, en la clandestinidad y el miedo, pensó en los niños. Y en el libro que les dedicó se despidió de ellos y de la vida. Luego de jugar en un puñado de páginas con las flores y los animalitos de su tierra, Desnos fue arrestado y muerto en un campo de concentración. Una anécdota: tanto suele tenerse a menos el escribir para niños que cuando yo comenté el libro de Desnos ante un grupo de intelectuales franceses, se escandalizaron de oírme decir que era un libro para niños. Ellos, contradiciendo al autor, consideraban que era poesía a secas, poesía surrealista. Mucho más cerca de  nosotros se dio el caso de otra poesía para niños brotada de la soledad, y curiosamente desacertada en cuanto a comunicación con sus destinatarios. Ella misma reconoce su torpeza, en el conmovedor epílogo de Ternura. No podemos poner en duda el profundo amor de Gabriela Mistral por los niños, un amor también de "solterona", de mujer profundamente maternal y a quien la vida le había negado hijos. A pesar de su amor  de su prolongado ejercicio de la docencia, escribe una poesía que es en apariencia para niños, pero contaminada de prejuicios y preocupaciones sociales que la hacen prácticamente incomprensible para ellos. Gabriela Mistral realizó un intento de poesía para niños y si no lo consiguió, consiguió por lo menos despertar la conciencia de la gente que tiene en sus manos la responsabilidad de protegerlos y educarlos. Otro caso de soledad ahondada por la incomprensión del medio es el de nuestro querido José Sebastián Tallon. Tallon publicó su libro Las torres de Nuremberg demasiado temprano, hace ya 40 anos, cuando pocos se preocupaban no solo de escribir sino de comprender una vocación poética dedicada a los niños. Tallon tuvo en su vida poco reconocimiento a su labor. El consideraba que había obtenido un solo premio: el voto de Alfonsina Storni en un concurso y la declaración que ella hiciera posteriormente consagrándolo como uno de los libros más hermosos de nuestra poesía. Solo mucho después de su muerte se le reconoció el mérito enorme de haber abierto una brecha en la lengua española que hasta ese momento era  singularmente pobre en materia de poesía infantil. Tallon se inspiró muy poco en nuestra tradición. Sin duda lo enriquecía mucho más su propia infancia con reminiscencias de la tradición inglesa. Esta tradición -la de las "Nursery Rhymes"- es la mas rica y variada que conozcamos, de curiosa y fuerte  vigencia a través de los siglos. Solo en el siglo pasado empiezan a aparecer las primeras ediciones, que hasta entonces se habían  mantenido vivas por tradición oral. Hay un personaje -protagónico en la historia de la literatura para niños que se ha encargado de transmitirlas la niñera. En la Inglaterra puritana la niñera es un puente entre las distintas clases sociales: pone a los niños de las clases cultas en contacto con los refranes, las historias y los mitos populares de la "clase baja" de la que ella procede. Por otra parte, en los medios rurales, o en los hogares desposeídos, son las madres las que transmiten estas tradiciones; sus hijos. Ambas -madre o  niñera- parecen haber enmudecido para siempre entre nosotros. Solo la maestra jardinera puede seguir siendo puente entre la tradición y los niños. La tradición española -aunque de gracia chispeante en algunos fragmentos- tiene característica sombría, un eco casi constante de lobreguez. La muerte es tema protagónico de mucha poesía, de casi toda la destinada a "entretener" a los niños, como esa famosa canción " Ya se murió el burro" que acunará a tantas generaciones de niños, y muchas otras que narran historias más o menos siniestras de fatal desenlace. Algo de eso, pero mucho más atenuado, sucede con la tradición francesa. Dramáticos episodios históricos son familiares a los niños a través de una poesía tradicional llena de gracia y encanto, más dulce y sutil que la española, de la que es paradigma la famosa canción Mambrú o la bellísima del rey Renaud. 

jueves, abril 24

El perrito

Cuando come caramelos
el perrito de la casa,
hace gestos tan bonitos,
¡quién sabe lo que le pasa!

Tiene dulzura en los ojos
y en la cola un lunar;
con los pollitos del barrio
¡cómo le gusta jugar!

La niña del cachorrito,
con ternura me decía:
si perdiera mi perrito
¡quizás me enloquecería!


De Cerca del corazón de los niños, 1951
Manuel de Jesús Márquez, escritor salvadoreño

sábado, abril 19

Una experiencia poética

Una mañana llegó a mis manos, producto de la sinergia del arte, un libro pequeño, con pocas páginas y con ilustraciones muy divertidas.
Era una breve antología de poemas de niños, escritos en un taller realizado en una escuela primaria de la ciudad de Guatemala. Luis de Lión fue el maestro y escritor que dirigió ese esfuerzo; antes que fuera secuestrado en mayo de 1984 por el ejército de Guatemala, y desaparecido desde entonces.
Al leerlo aprendí una gran lección sobre la sencillez y el denuedo del quehacer poético, además de convencerme de la necesidad de propiciar experiencias estéticas literarias a los niños y niñas en la escuela; permitir que la belleza de la poesía se vuelva cotidiana como las actividades escolares, es un buen comienzo.


Aquí comparto algunos de los poemas del taller de poesía infantil:

Golondrina

Golondrina
que vuelas en lo alto,
ven, acércate,
párate aquí en mi mano.

Yo te envidio,
pajarillo de los montes,
eres un astro con alas.

Oswaldo Díaz, 11 años


El grillo

Tú, una musiquita
que toca en mi corazón
una pelotita de hules
que brinca en la
población.

Enrique Paniagua, 12 años


El trompo

El trompo es un mundo 
que gira y gira
hasta cansarse.

Es un bailarín
que baila
igual que el remolino.
Es una guitarra
que al tocarla
baila y baila.

Es un lindo sol
que da vueltas.

Armando Poroj, 11 años


El sol

Cuando amanece,
yo me acerco a la ventana
de mi casa
y veo al sol
y le digo:
¡Oh, pedazo de pan
sobre un gigante 
plato azul,
pelotita
que da luz a la tierra,
ojo amarillo!

José Alvarado, 10 años

De Una experiencia poética, 2002
Luis de Lión, escritor guatemalteco  

lunes, abril 14

El encanto del ovillejo en la poesía infantil

La primera vez que leí un ovillejo, como una muestra de las posibilidades que las composiciones métricas ofrecen a la poesía infantil, sentí de inmediato la ternura que su música trasmite.
El ovillejo es una combinación métrica que consta de tres versos de arte menor -octosílabos- seguidos cada uno de ellos de un pie quebrado con el que se forma una consonancia, termina con una redondilla cuyo último verso se compone con los tres pies quebrados.
Convencida de su magia decidí compartir con mi hija. El resultado fue simplemente hermoso: al terminar cada poema en su rostro había una enorme sonrisa. Y es que desde el principio se adopta un ritmo afable, que culmina con un verso inesperado:

¿Qué te dice el carpintero?
- Te quiero.

¿Y qué más con su serrucho?
- Mucho.

¿Y qué sueño lo desvela?
- Gabriela.

¿Quién será ese carpintero
que te canta, pequeñuela,
con hoja de fino acero:
"Te quiero mucho, Gabriela".

Ovillejo a Gabriela
Adolfo Martí Fuentes, Libro de Gabriela, 1986

Además, el ovillejo es una estructura versátil para jugar con las palabras, los mundos y las cosas:

Para asuntos de valor
el mayor;
para no cansarse en vano
el mediano;
para tener un buen sueño
el pequeño.

Héroe busco con empeño
que aúne las cataduras
que tienen en mis lecturas
mayor, mediano y pequeño.

Se busca héroe
Carlos Lapeña Morón, Rima Rimando, Colección Luna de Aire, 2007

Y, por supuesto, un ovillejo es una de las formas más bellas para que los hechos cotidianos se vuelvan trascendentes, así como el poeta nicaragüense Rubén Darío dedicó ovillejos a tres de sus amigos:

¿Quién es un amigo fiel?
- Manuel.

¿Y un cumplidor caballero?
- Riguero.

¿De talento singular?
- Aguilar.

Lo digo sin adular,
sin exagerar lo digo:
es un excelente amigo
Manuel Riguero Aguilar.

Ovillejos III
José Manuel Calderón, Rubén Darío para niños, 2000



 

viernes, abril 4

Los sueños de la rana

Era la rana ambiciosa
que quería ser soprano.

Y a la Scala de Milán
se fue a cantar un verano.

-No hay funciones estos días,
gruñó el guardián italiano.

-¡Pero yo vengo de lejos!
dijo la rana al anciano.

-Pues espérate al invierno,
cuando la Scala rebosa...

-¡Es que mi voz en invierno
ya no será tan hermosa!

-¡Ah, pero ahora recuerdo,
hay gente que no reposa:

¡Todas las noches le cantan
a la luna vanidosa!

-¿Y quiénes son esas gentes?
preguntó alegre la rana.

-Son unos sapos que cantan
en esa fuente cercana...

-¿Sapos dices? ¿Pero cómo
se te ocurre tan desmán?

¡Yo he venido a ser la estrella
de la Scala de Milán!

¡Para cantar en taberna,
cabaret o merendero

no hubiera cruzado el mar
en un barco petrolero!

De Versos para colorear un pequeño país, 1991
David Escobar Galindo, poeta salvadoreño

domingo, marzo 30

Poesía en la primera infancia - María Elena Walsh - Parte 1

La poesía está rodeada de muchos prejuicios. El niño se enfrenta con ellos velada o directamente desde el ámbito familiar. Poesía o versificación suelen considerarse una blandura, un afeminamiento, un arcaismo. Los argentinos cultivamos el pudor de los sentimientos y el culto a la sensatez. Lógico es que ahuyentemos una forma de expresión que incluye el desenfreno de la fantasía y el desorden del afecto. Además, de esa soterrada guerrilla familiar, hay otra guerra declarada contra la poesía y es la que libra denodadamente la escuela primaria, dedicando notables esfuerzos a destruir el instinto poético del niño.
Al Jardín de Infantes correspondería, en primer término, suplir la carencia sufrida en el hogar y prevenir la epidemia de sensato prosaísmo desatada en la escuela. El Jardín recibe a los niños en la edad en que parecen más libres y dispuestos a aceptar y asimilar un sentimiento poético de la vida. Para no destruirlo, sería importante que el maestro desterrara de su mente el prejuicio de que la poesía es útil, aplicable o alusiva a temas escolares. La poesía no alude más que a sí misma, sopla desde donde quiere y es preferible que no forme parte del temario sino del recreo, que se integre más en el juego que en la instrucción. Existe otro factor muy importante: la convicción y el contenido afectivo con el que el maestro ofrezca la poesía a los niños. Justamente, al estar desesperados los maestros por encontrar versos alusivos a temas dados, los transmiten y enseñan sin convicción. Descartan el gusto y el placer y los reemplazan por la obligatoriedad. Ustedes no desconocerán teorías de pediatras modernos que dan un enorme valor no ya al alimento que la madre proporciona al niño, sino al como se lo da. Creo que lo mismo sucede con un alimento puramente espiritual. La maestra tiene que estar convencida de que el «Arroz con leche», pongamos por caso, es una hermosa canción, para transmitir. Si siente en cambio que tal "versito" es un bodrio pero alusivo a un tema establecido, va a transmitir su secreto disgusto al niño. Esto nos lleva a encarar otro problema: la formación literaria del maestro, que a su vez está desorientado por el mal gusto que puede haberle sido inculcado desde sus propios estudios primarios. El maestro, como todos, tiene que encontrar su camino, un poco a tientas, buscando materiales que le produzcan placer, comparándolos con las grandes obras, formando su pequeña porción de cultura desvinculada de utilitarismo didáctico. El maestro puede haber descuidado la formación de su propio gusto estético, no tener noción clara de los valores, cosa que no es pecado irreparable mientras se sienta realmente deseoso de superarlo. No es fácil que el maestro tenga un concepto más o menos acertado de la verdad poética -y la limito aquí como es lógico a la poesía para niños. Tendríamos que recapacitar un poco sobre el lugar que ocupa la poesía en nuestra sociedad. No volemos tan alto como para hablar de Poesía, refirámonos simplemente al juego de la versificación y la imaginación, ese que existe de manera tan espontánea en las comunidades campesinas de algunos países, por ejemplo. entre nosotros, y en especial en las ciudades, la poesía está confinada, de manera inmediata y naturalmente tristísima, a ciertas formas de la propaganda. Pensemos que nuestros niños, desprovistos de abuelas tradicionales o nodrizas memoriosas, lo primero que oyen y aprenden son los "jingles" publicitarios. De lo que se deduce que una de las actuales nodrizas del niño es la televisión y que de ella absorbe las más precarias formas de versificación, música y atropello de la sintaxis. Una seudopoesía destinada a no despertar sus sentimientos y su imaginación, sino a moldearlo como consumidor ciego de un orden social que hace y hará todo lo posible por estupidizarlo. Solicitado por los "jingles" o los malos versos didácticos, el niño no tiene más camino que el que abran con segura mano sus maestras del Jardín de Infantes. Me parece necesario insistir en que la función primordial de la poesía para los niños en edad preescolar es proporcionar placer, alegría, ser en definitiva una modesta forma de felicidad. 
Quizás los elementos humorísticos nos permitan competir contra los grandes atractivos que ofrecen los medios masivos de difusión. ¡Cómo puede competir una humilde cancioncita contra los tremendos atractivos de Batman! Solo lo cómico, lo humorístico, estaba hasta hace muy poco tiempo desterrado de nuestra enseñanza, como elemento al parecer pecaminoso. Sin embargo, nada más "pecaminoso" que la tristeza, esa tristeza que hemos querido inculcar a nuestros chicos a través de una vasta y mediocre producción poética llena de lúgubres resonancias. Otro problema que enfrentamos al referirnos a la poesía apta para niños es el de la claridad y la oscuridad. Estos valores son relativos y quizás no debemos juzgarlos como adultos. Creo que el niño ama especialmente lo que no entiende. Hace poco que aprendió a hablar, y se supone que no solo aprendió para expresar sentimientos y sobre todo necesidades, sino que también aprendió a hablar por hablar, a enamorarse muy temprano del simple sonido de las palabras y de sus posibilidades de juego. Es la misma edad de los pueblos primitivos, que usan la palabra con un sentido mágico o como conjuro. Seleccionar los versos en la medida en que sean absolutamente comprensibles es un acto insensato. La poesía primitiva -del niño o de los pueblos- está siempre llena de sonsonetes, de estribillos, de onomatopeyas y sonidos incomprensibles. Claro es que estos juegos verbales difícilmente pueden ser improvisados. Si no provienen del folclor o de un auténtico poeta pueden caer en la más obvia noñería. En el folclor, los juegos verbales han sido aprobados y decantados por la sabiduría de generaciones. Y un auténtico poeta puede recrearlos o inventar otros también, gracias a su prolongado uso del idioma. Creo que todos los sonsonetes tradicionales, el repertorio de refranes y cantinelas folclóricas siguen teniendo una vigencia y un sentido profundo que el Jardín de Infantes debe preservar. Muchas veces me han formulado preguntas acerca del disparate, como si el disparate fuera una novedad. El juego silábico sin sentido que en español llamamos jitanjáfora, es viejo de toda vejez. Las situaciones y personajes disparatados, siempre existieron en la tradición de los pueblos. Claro que el disparate fabricado a la fuerza puede ser tan peligroso y descaminado como la poesía forzadamente didáctica. El llamado "disparate", cuando proviene del folclor o de un poeta, es un elemento de doble fondo, actúan sobre él, de manera casi mágica, influencias subconscientes que le dan una lógica implacable, como son implacables las leyes lógicas de la más disparatada imaginación infantil. Por estas razones es difícil pensar en una poesía absolutamente comprensible y aun calificarla para las distintas edades. Si indagamos en el sentido de los versos "arroz con leche / me quiero casar", veremos que están aparentemente desconectados de toda lógica. Sin embargo, es probable que sedimenten residuos de viejas tradiciones, de costumbres que desconocemos. Por ejemplo: la práctica de arrojar arroz sobre los recién casados. De todas maneras, es improbable que un niño de cuatro años se interrogue sobre el correcto significado de una canción cuyos elementos, por separado, le son familiares. 
Hasta ahora, toda auténtica poesía destinada a los niños es formalmente perfecta. Son perfectas las canciones folclóricas que hemos heredado, son perfectas las que crearon los poetas. En el Jardín de Infantes, sin embargo, se improvisa mucha poesía, defectuosa, asesina de la sintaxis, abarrotada de diminutivos y pobres rimas hechas de verbos en infinitivo. El poeta es el único capaz de versificar para los niños, y no por elegido sino por artesano. Supera al lego bien intencionado en la misma medida en que un ebanista supera a un lego en la confección de un mueble. Por eso, insisto en que la poesía para el Jardín de Infantes debe rescatarse del folclor o de la obra de los auténticos poetas, aún de fragmentos que no hayan sido creados especialmente para niños. La poesía destinada al niño en edad preescolar pertenece al reino de la imaginación y del juego más que de la didáctica. Es evidente que el reino de la imaginación no tiene fronteras, que los personajes poéticos son naturales de cualquier país y por lo tanto muchas veces son importados. Pero creo que es importante acercar al niño a su realidad cotidiana e impregnarlo de conocimientos vinculados al acervo de su propio país. Esta puede ser la base sólida sobre la cual inculcar sentimientos patrióticos y no patrioteros. Esto parece obvio y, sin embargo, no lo es. Solemos estar muy desvinculados de nosotros mismos. He visto como en el interior del país maestros sumamente equivocados querían sustraer al niño de las canciones y los giros idiomáticos regionales heredados y reemplazarlos por otros falsamente "culturales".

sábado, marzo 29

Día del teatro

El jueves 27 de marzo se celebró el día del teatro en el colegio El maravilloso mundo de juguete, del municipio de Chalchuapa, departamento de Santa Ana.
Tuve el placer de ser invitada por las maestras para presenciar el montaje que hicieron de un poema de mi libro de poesía infantil El verano aventurero.
Escenario para la presentación del poema El misterio bajo la cama.




Me pareció muy interesante la forma en la que lograron darle vida al poema a través de la narración, la música y el baile. Agradezco la invitación.

lunes, marzo 24

Sobre el mar

Sobre el mar
hay una barca,
sobre la barca
un barquero,
sobre el barquero
una nube,
sobre la nube
un lucero.
De La flauta de chocolate, 1980
Dora Alonso, poeta cubana

domingo, marzo 23

¡Un poema de bienvenida!

En mi casa hay ricos dulces,
en tu casa,
¿qué habrá?
En mi casa hay calcetines,
en tu casa,
¿qué usarán?
Voy a casa en mis patines,
a tu casa,
¿cómo irás?