Era la rana ambiciosa
que quería ser soprano.
Y a la Scala de Milán
se fue a cantar un verano.
-No hay funciones estos días,
gruñó el guardián italiano.
-¡Pero yo vengo de lejos!
dijo la rana al anciano.
-Pues espérate al invierno,
cuando la Scala rebosa...
-¡Es que mi voz en invierno
ya no será tan hermosa!
-¡Ah, pero ahora recuerdo,
hay gente que no reposa:
¡Todas las noches le cantan
a la luna vanidosa!
-¿Y quiénes son esas gentes?
preguntó alegre la rana.
-Son unos sapos que cantan
en esa fuente cercana...
-¿Sapos dices? ¿Pero cómo
se te ocurre tan desmán?
¡Yo he venido a ser la estrella
de la Scala de Milán!
¡Para cantar en taberna,
cabaret o merendero
no hubiera cruzado el mar
en un barco petrolero!
De Versos para colorear un pequeño país, 1991
David Escobar Galindo, poeta salvadoreño
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