miércoles, febrero 25

Tres poemas de La casa de vidrio y otros poemas de Claudia Lars

*
Nadador

Salto que casi es un vuelo.
Delfín seguro y arisco,
acróbata bullicioso
en los trapecios del frío.

Sesgo en fuga, burla al viento,
juego de sombra y brillos.
(La sirenita sin cola
en las vueltas del peligro)

Ladrón de nidos profundos
y mariposas de vidrio;
ahijado del horizonte,
heredero de marinos.

Jinete en ancas fugaces,
banderillero de abismos,
capitán de las apuestas,
¡Neptuno recto y lampiño!


*
Canción del niño indio

Moreno el dormido...
Quisiera saber
quién le dio, en las venas,
su color de nuez.

Quizás el terrón 
de oscuro poder
o el búho nahual,
por indio, tan fiel.

Mirando, mirando,
-¡Ay, lo que miré!-
selvas y volcanes,
maíz y maguey...

Buscando, buscando,
-¡Ay, lo que busqué!-
torcanes que huyen,
sangre de los pies.

Sonríe el dormido...
Yo creo que ve
los templos perdidos
de gente de ayer.

Tejedores de antes 
-uno, dos y tres-,
bordan faisanes,
las grecas también;

y van los caminos
de Izalco a Petén,
entre mariposas
y verdes sin ley.

Suspira el dormido...
No quiere volver
a tierras en donde
sufre lo que fue.

Caracol antiguo
guarda para él
la playa lejana
del amanecer.

Las flores del Shilo
ya no son de miel,
la punta de jade
se ha quebrado en tres.

Pueblos fugitivos
tienen que correr
y van, tras su huella
cascos en tropel.

Despierta el dormido...
No sabe por qué
le duelen los valles,
le duele la sien.

Memorias confusas,
una y otras vez,
recogen su sueño
en amarga red.

Entre miedos largos
no sabe qué hacer,
y se vuelve el nño
de muda niñez.


*
Pajarito bobo

Ha bajado del árbol
el pájaro bobo.
¡Siendo el cielo tan ancho
se acurruca en el polvo!
Aunque cantar no sabe
tiene piquito de oro:
para alisar la pluma,
para buscar el piojo.
Mediodía de marzo...
¡Qué parlanchín el loro!
Juegan "a cuatro esquinas"
guacalchías y tordos.
¿Por qué tan en silencio
el pajarito bobo
con las alas caídas,
con el sueño en los ojos?
¿Piensa en el gusanito,
gusanín, gusanongo,
confite de cumpleaños,
bocadito de antojo?
¿Quiere picar el grano,
beber agua del chorro,
y alcanzar, sin moverse,
la polilla del tornco?
Ninguno tan confiado;
nadie tan perezoso.
¡Habrá que darle cuerda
al pajarito bobo! 

Ilustración de Roger Ycaza

De La casa de vidrio, 2008
Claudia Lars, poeta salvadoreña

jueves, enero 29

Tres poemas infantiles de Raúl Contreras

Leyendo algunos poetas salvadoreños de principos del siglo pasado, me encontré composiciones poéticas que podrían encantar a un público infantil, aunque no hayan sido escritas con ese propósito o no estén en un libro de literatura para niños. En está ocasión comparto tres poemas del escritor salvadoreño Raúl Contreras publicados por la Revista Cultura de 1981 que, según mi criterio, podrían formar parte de una antología de poesía para chicos de nueve años en adelante.

*
El reloj de la luna 
(Fragmento)

Viejo reloj de la luna
ya no sirves para nada.
Y sólo una hora, una,
atrasada
y olvidada,
tiene tu esfera marcada.
-¿De desdicha o de fortuna?-
Ya no sirves para nada,
viejo reloj de la luna.

¿Se le olvidó al relojero
darte cuerda? Ya no toca
tu clara campana loca
que fue repique y pandero
y, en el cruce de un sendero,
junto una boca a la boca
del trovero.

Ya no toca
tu clara campana loca...
Sin péndulo, sin agujas
te has quedado.
Reloj de duendes y brujas,
de hampones y de granujas,
arañado
y empolvado.
La noche te ha arrinconado,
sin péndulo, sin agujas.

1926


*
Si yo tuviera un cascabel

Si yo tuviera un cascabel,
un cascabel de alegre son,
lo colgaría en mi canción.
Y con la risa a flor de piel
me formaría la ilusión
de que sonaba el cascabel
dentro del mismo corazón...

Para alejarme de la vida,
a cada lágrima perdida,
a cada injuria, a cada hiel,
al viento dando mi bravata,
con son de oro o son de plata
o son de cobre o son de lata,
repicaría el cascabel...

Y si turbara mi locura
una canción, una ternura
o una hoja de laurel,
con claro timbre de alegría
-campana al sol- respondería
la picaresca algarabía
de mi sonoro cascabel...

Y esta aleluya simple, acaso
confrontaría mi fracaso
-salmo de amor, gota de miel-
cuando en la feria del camino,
crucificado mi destino,
el corazón guardara un trino
sonando siempre el cascabel...

1926


*
La cuerda rota

Pobre muñequita. Se rompió tu cuerda
y en tu caja rosa sileciosa estás.
No mueves los ojos. No ríes. No dices:

Papá... Mamá.

Un niño travieso te tomó ayer tarde
y tu mecanismo quiso desarmar.
Te arrancó el cabello; desgarró tu traje
y quebró tu pecho que era de cristal.

Manos de los niños son manos aleves
que con las muñecas no saben jugar.
Manos de los niños lo destrozan todo
con facilidad.

Manos de los niños avientan las rosas
con burla, con risa, con gesto trivial...
Frágiles muñecas
que en la vida vais
y tenéis el pecho
como de cristal.

Pobres de vosotras si un niño travieso
os mira y os toma; os deja y se va.
Donde solo queda la caja vacía
se acumula el polvo de la soledad.
Seca la sonrisa, mudos los suspiros,
las muñecas rotas no florecerán...

Y el eco perdido siempre repitiendo:
Papá... Mamá.

1920


De Versos del ayer, enero-diciembre, 1981
Revista Cultura Nº71, MINED
Raúl Contreras, poeta salvadoreño

lunes, enero 19

¿Qué sueñan las Lagartijas de nubes?

Lo que sueñan todos los reptiles: reposar bajo los rayos del sol el día entero... pero, el sol de nuestros reptiles etéreos es uno muy especial; el sol de la poesía.
La poesía en la primera infancia y en la edad escolar es fundamental para el desarrollo integral de las personas; esto es innegable, sin embargo, cómo se propician experiencia estéticas literarias en el kindergarden y la escuela, y cuál es el criterio estético para seleccionar la producción poética que entrará en esa dinámica, son temas que hay que evaluar constantemente.
La población estudiantil tiene un acercamiento a la poesía, casi de forma exclusiva, a través de los libros de texto, con juicios de selección que obedecen al fomento de valores y hábitos personales, así como, aquellos poemas que parecen "infantiles" porque hablan sobre animales y flores. La poesía no es funcional cuando de "enseñar" se trata. 
Ahora bien, ¿por qué este tipo de poesía es la que predomina en las aulas? María Elena Walsh plantea una posible respuesta a mitad del siglo pasado: las maestras, al igual que madres y padres, no pueden trasmitir el gusto, el placer, la sublime experiencia que un poema puede ofrecer, si nunca lo han sentido o vivido. Es importante, entonces, propiciar vivencias poéticas diversas en la familia, además, de colaborar con los agentes de formación para que el contacto primigenio con la poesía y la literatura sea auténtico.
La violencia social, inestabilidad económica, desintegración familiar y los distractores tecnológicos inciden en el ánimo de los infantes, de ahí que sus intereses estén tan alejados a la reflexión, a los procesos creativos y las actividades que están vincualdas con el esfuerzo intelectual. Los adultos nos acomodadmos a esa apatía y propiciamos mero entretenimiento.
¿Qué importancia podría tener un poema infantil en este contexto? ¿Puede competir un álbum, un libro de poesía frente a un programa de televisión de Cartoon Network? ¿Es la poesía una opción más para un "número artístico" en un acto escolar? ¿La poesía puede generar identidad? ¿La poesía infantil puede abordar temas como la muerte, la tristeza y el miedo? Este blog pretende convertirse en un espacio para iniciar o continuar esas discusiones.
El proyecto de Lagartijas de nubes está dirigido en dos sentidos:
1. La investigación y promoción de la poesía infantil salvadoreña escrito a lo largo de la historia de la literatura nacional, así como, la que que se escribe en la actualidad, aunque no se publique fìsicamente. El propósito es formar un repertorio poético para el kindergarden, las guarderías y las escuelas primarias; apoyado en las creaciones poéticas unversales, ya que, hay temas que poco se han explotado en El Salvador y que son importantes, por ejemplo, las jitanjáforas.
2. El fomento de actividades escolares (herramientas pedagógicas que no alteren la escencia de la poesía) y extraescolares (club de lectura, festivales, talleres de creación, etc.) que propicien experiencias estéticas literarias para las maestras y, por ende, para los chicos, con el fin de romper paradigmas acerca del papel de la poesía en la formación individual y colectiva. Además, generar un debate con los encargados de acercar la poesía a los infantes a través de los libros gubernamentales y no gubernamentales.
Obviamente, es imposible esperar que se desarrolle en mismo interés o afinidad porque la poesía no sirve para nada -no somos los primeros en afirmarlo- y aún así es vital para las personas.


miércoles, enero 14

Tres poemas de Surtidor de trinos de Sara Palma de Jule

*
El circo

Ha llegado el circo
con sus cuatro leones,
grandes elefantes
y traviesos monos.

Trae unos perritos
bien amaestrados,
que sobre dos patas
bailan abrazados.

¡Cómo me emociono
con los trapecistas!
Luces de colores
adornan la pista.

A todos aplaudo,
a todos los quiero...
¡pero es el payaso
a quien yo perfiero!


*
Nubes y estrellas

La tormenta se anuncia
con gran estruendo:
al relámpago sigue
furioso trueno.

Las estrellas se esconden
a toda prisa:
¡la tormenta no es cosa
que les dé risa!

Una estrella buscando 
papel carbón...
a una nube muy negra
le da un tirón.

Cuando vuelva la calma
-nubes y estrellas-
se han de tornar amigas...
¡así son ellas!


*
Sueños

Es  un espejo redondo
este charquito de plata,
donde se mira la luna
cuando le dan serenata.

Ah, qué lago tan dormido,
¡no se despierta con nada!
ni aunque le canten los grillos
y una docena de ranas.

Cómo tiemblan los luceros:
no quieren que llegue el alba,
las aves tibias anidan,
los gallos aún no cantan.

Los niños están durmiendo
abrazados a la almohada;
pero en sus sueños se mecen
sobre columpios de plata.

 
De Surtidor de trinos. Poesía infantil, 1982
Sara Palma de Jule, poeta salvadoreña

martes, agosto 12

Tres poemas infantiles inéditos de Alberto López Serrano

*
El pan de la luna

Ay, Luna, Luna,
pálida estás.
¿Y tu canasta 
llena de pan?

Dime, Señora,
¿quién te hizo mal?
Cuéntame todo,
albo comal.

"Tuvo mucha hambre,
al despertar,
el sol del alba,
y qué más da,

le di mi cesta
llena de pan,
y para otros
no tengo ya,

pero no olvido
nunca al hornear
al bello niño
de tu cantar.

Y aquí le guardo,
junto al hogar,
siempre caliente
su dulce pan.

llévale pronto,
no hago esperar,
si no a la escuela
tarde se irá.

y yo me marcho
hacia el volcán,
prenderé el horno
y ¡a trabajar!".

Come despacio,
¡mira no más!
Ay, si lo vieras,
Luna de pan.


*
Busca

Busca,
ya me escondí.
¡Ah, tras la puerta!
¡No estoy ahí!

Luego,
tras el tapiz.
¡Mala sorpresa,
no estoy ahí!

Ah,
bajo el candil.
¡No, no lo apagues,
no estoy ahí!

¡Bueno!
En el barril.
¡Aunque amo el agua,
no estoy ahí!

Ay,
Y adónde. Di.
No desesperes,
¡que estoy aquí!


*
Piojos

Cuando en nosotros piojos la cabeza
hospedaba, gustábamos las horas
en la que las manos exploradoras
nos arrancaban sumas de pereza.

En la escuela, carentes de destreza,
las maestras nos daban revisoras
cartas con las sentencias electoras.
Nuestras madres, con gran delicadeza,

amarraban pañuelos con veneno
en los despelucados, pegajosos
cabellos de nosotros. Tanto freno

se buscaba, que noche y día, ociosos,
sobre nos un pañuelo en muerte pleno,
sin bañarnos, portábamos celosos.



De Pon el sol, inédito
Alberto López Serrano, poeta salvadoreño

miércoles, julio 23

Tres poemas de Cuento abejas para despertar de Mario Noel Rodríguez

*
Cantemos

Canto para alejar el espanto.
Río para alejar el frío.
Salto para evitar el asfalto.
Nado para evitar el enfado.
Lucho para saber mucho.
Saludo porque no soy mudo.
Leo para no ser feo.
Dos veces canto, porque te quiero tanto.


*
El agua

Yo soy más grande que tú
-decía una gota a otra gota.

Pero yo mojo más que tú
-contestó la más pequeña.

Pero yo he bajado por la montaña
y tú eres sudor de la frente
-dijo burlándose la más grande.

Pero yo terminaré en la calidez de un pañuelo
y tú perdida en un río revuelto
-respondió la más pequeña.

Eso platicaban dos gotas ante el mar,
anciano sabio, amoroso, que sabe escuchar.


*
Un corazón quería volar

 El corazón de cuatro patitas quería volar. Las gaviotas le decían que sería triste no
poder volar. Se volverían locas si no pudieran lanzarse de cabeza contra ese azul
salado que es el mar. Volar encima de los pescadores que buscan peces y tesoros en
el fondo más profundo. Tener de cama las rocas y de lámpara la luna eterna. Nada
igual como extender las alas y navegar en el viento.
Todo eso escuchaba el corazoncito y mejor cerraba los ojos.



De Cuento abejas para despertar, 2013
Mario Noel Rodriguez, poeta salvadoreño


martes, julio 22

Tres poemas de Los otros mundos de Jorge Galán

*
El taller

En la punta nevada
de una colina que hemos olvidado
y que antes fue llamada
la colina encantada
hay un taller mecánico encantado.

Un mecánico rojo,
otro verde, un naranja, otro morado,
uno cara de piojo
que mira de reojo
un enorme camión destartalado.

Todos llegan temprano
el taller con el sol abre sus puertas
un cocinero enano
con el cabello cano
recibe los pedido y hace cuentas.

Lo que ahí se fabrica
es algo que quizá ya nadie entiende:
un cielo, una canica,
una estrella infinita
que con solo mirarla ya se enciende

o el amarillo hermoso
que en el otoño enciende cada hoja
o el rugido de un oso
tan fiero y horroroso
y una botella de agua que no moja.

También hacen pasteles
tan grandes que parecen un planeta
y rieles y más rieles
con luminosos trenes
que silban como suena una trompeta.

Y trompetas, trombones,
que imitan el sonido de los mares,
y mecánicos leones
que se saben canciones
donde se habla de sitios ancestrales.

Pelucas de sirenas
o lentes para ver a los fantasmas
o empanadas rellenas
de risa de las hienas
que uno puede comerse en las mañanas:

y sirven todo un día
quien se las come ríe como un loco.
También venden la guía
de la ciudad sombría
donde vive la reina y el rey moco:

Todo ahí es color verde
un feo color verde y pegajoso.
Ese taller convierte
lo que ni puede verse
en un regalo hermoso y asombroso.

El taller fabuloso
que queda en la colina ya olvidada.
Justo ahí donde el oso
enorme y poderoso
cuando se duerme sueña con un hada.

Esa región nevada
que a veces sospechamos en los sueños
y vemos sin ver nada.
La colina encantada...
esa que sin saber somos sus dueños.


*
El circo

Un trapecista vuela por los aires
y es asombroso: nada lo sostiene,
ni una cuerda, una red, es fabuloso:
todos lo ven volar, nadie lo cree...
Y sigue el circo, sigue su espectáculo:
pasan tres magos ciegos y convierten
una nutria en conejo y el conejo
en cien payasos con calzones verdes,
con los payasos llega un domador
con sus fieros leones inclementes.
Un oso gordo y blanco, dos jirafas,
también un leopardo de las nieves:
sobre enormes pelotas se pasean,
todos los ven pasear, nadie lo cree.
El circo es una carpa azul y enorme
adonde lo irreal, real se vuelve.
Cuando se abre el telón surge otro mundo
y lo que es imposible ahí sucede:
gigantes, osos blancos, niñas púrpuras,
un enano que canta mientras duerme
y una mujer que hechiza una libélula
y la convierte en joya de su frente.
El circo con sus miles de elefantes
se iba lunes, volvía cada viernes.
Su espectáculo siempre era distinto:
lo que cuento que vi, nadie lo cree.


*
El río

Por los bosques más ancianos
y por los valles más nuevos
el río corre que corre
mitad plata y mitad cielo.

Viene de un país del sur
y va hacia un país del norte...
El río canta que canta
de la mañana a la noche.

En su orilla, los lagartos,
toman el sol de la tarde.
Los hipopótamos flotan
junto a los juncos que nacen.

Para beber agua dulce
se reúnen los venados
y beben todos muy juntos
hasta quedarse saciados.

Por selvas y por estepas
se encoge el río y estira.
En la costa siempre es tibio
y en la montaña se enfría.

Por ciudades, bajo puentes,
el río vaga que vaga,
mientras le cuenta a quien quiera
qué mira por donde pasa:

bellos países reinados
por leones y elefantes,
y reyes que visten capas
y pulseras y turbantes,

también cuenta de pueblitos
que duermen de cerro en cerro
donde los niños desnudos
bañan en él a sus perros.

Y habla que habla que habla el río,
sigue y sigue, no se calla,
en la noche, a las estrellas,
les habla de la mañana,

y al arco iris le cuenta
de las noches estrelladas,
de la ciudad a la selva,
y a la ciudad, de las playas

y a las playas de la selva,
no queda sin contar nada.
Cuando llega al mar, al mar,
le cuenta de las montañas.

Así el río río río
ríe que ríe y que corre.
En él se bañan los niños
pero también los leones.

The magic kingdom, Michael Fishel

De Los otros mundos, 2010
Jorge Galán, poeta salvadoreño