Las temáticas de los poemas infantiles casi siempre están vinculadas a la alegría y la diversión. Es natural, puesto que los niños le dan una importancia vital a las sensaciones causadas por el juego; y a los adultos les preocupa demasiado cuando en un rostro infantil se asoma una leve expresión de enojo o tristeza, incluso, muchas veces se intenta reprimir alguna manifestación contraria a la risa.
Pero, ¿acaso la vida es sólo juego y sonrisa, y nunca nostalgia o temor?
La vida es una amalgama de sensaciones y experiencias, a veces muy difíciles, que determinan el desarrollo individual y colectivo.
Por ejemplo, la comunidad en la que vivo ha sido víctima/victimaria de la violencia social que sufre El Salvador. En tan solo un mes, tuvimos que enfrentar la muerte de cinco vecinos. Alrededor de 30 niños y niñas supieron de esas muertes, percibieron el temor de los adultos, y resintieron la imposibilidad de salir a jugar pelota.
Sería ingenuo pensar que ellos nunca se preguntaron por qué mataron a sus vecinos o que no comprenden que sus muertes fueron producto de una agresión y no del cumplimiento de un ciclo natural de la vida. Justamente, en este momento es cuando la poesía, desde mi perspectiva, puede jugar un rol importante.
La poesía infantil es fantasía pero también realidad, una revelación sublime de la realidad que, a la vez, sensibiliza. En la medida que se procure mantener un vínculo directo con las emociones que producen los hechos cotidianos terribles y hermosos, se estará propiciando la formación integral de las personas; y la mejor forma de fortalecer ese nexo es la poesía y el arte en general.
La atención a situaciones de la vida como el luto después de una muerte, la ausencia producto de la migración, la ansiedad de dirigirse a casa entrada la noche o el dolor causado por una enfermedad, implica un nivel desarrollo concreto en el niño, por ende, existe la necesidad de comprender o asimilar el hecho a través de una experiencia estética.
Sergio Andricaín y Orlando Rodríguez lo explican de mejor manera en su libro Escuela y Poesía: "A medida que el niño madura emocional y psicológicamente, a medida que desarrolla su capacidad intelectual, es recomendable propiciar su relación con expresiones líricas que amplíen la noción de poesía, con textos no asociados al juego o a la narración."
Para finalizar, considero que los niños necesitan encontrarse con las diferentes expresiones que la poesía puede brindar, no es sensato pretender que la muerte, la tristeza o el miedo no forman parte de la vida, y que por ello no merecen ser sentidas a través de un poema.
Comparto un poema infantil muy nostálgico de Hugo Lindo:
3:00 a.m.
- Madre, ¿de qué son las olas?
- Son de jade movedizo...
- ¿Y los horizontes, madre?
Madre, yo quiero quebrarlos
para herirme con su filo.
- Madre, ¿de qué son las velas?
- Son de sueño...
- ¿Y los navíos?
- ¿Los navíos?... ¡de aventura
y de esperanza, y de hechizo!...
- ¿Verdad, madre, que me harás
una gorra de marino?
- Madre, ¿adónde van los viajes?
- ¿Los viajes?... van al olvido...
- Y los barcos que no viajan
¿Por qué se quedan?
- ¡Por niños!
- Madre, cuando sea grande,
¡Yo también me iré al olvido!
de Sol de cariño, antología de poesía infantil salvadoreña, 2007
Hugo Lindo, poeta salvadoreño.